Me comenta Daven en su último comentario un tema de interés especial.
Dice:
En los principios de los mercados capitalistas echo de menos un concepto importante, desde mi punto de vista: La “plasticidad” de la demanda. Desde el punto de vista teórico la demanda es soberana y sus necesidades son cubiertas efectivamente por los ofertantes, y añado, también creadas por éstos. La “plasticidad” del mercado es la capacidad que tiene la oferta de afectar a la demanda. La inversión de control en el mundo de la necesidad y del “valor de uso” (en el sentido aristotélico más puro). Publicidad, nuevas tecnologías, cultura e ideología influyen en una mayor o menor “plasticidad” de la demanda. El mundo del consumidor, en los tratados de economía clásica adolece de estatismo, su devenir no parece afectado por la actividad mercantil. Me pregunto si esta aproximación no es ya un análisis viciado.
“Los precios del monopolio son una negación de la soberanía de la soberanía de los consumidores y de la democracia del mercado”. Acción Humana – Ludwig Von Mises.
La “plasticidad” de la demanda acrecienta el número de necesidades de forma, a veces artificial, otras necesariamente. “El automóvil es una molestia innecesaria” es un legítimo juicio de un caballero de principios de la era Fordista. Ahora mismo esa “molestia innecesaria” ocupa su lugar “necesario” en las aspiraciones de los consumidores.
Con cierta luz, apartándome de los prejuicios, observo que el flujo de interacción entre oferta y demanda nos ofrece, desde la perspectiva clásica, una ilusión de independencia.
En el mundo de las ideologías, bienes de consumo, productos desde la óptica del nuevo responsable de comunicación del partido conservador, se extrae de los modelos teóricos mensajes o “claims” que se esparcen (to spreed) sobre el público objetivo. Sobre estos mensajes se solapan rostros y actitudes en los que queremos reconocer “liderazgo”. Los mecanismos de manipulación del marketing estratégico y comunicación intentan crear una “opinión pública”. En todo este proceso, pensando en el bien de la nación o ideología X, el mundo de las necesidades previas o la soberanía (en el sentido de V.Mises) de los “consumidores” no entra en juego. Así pues la “soberanía” queda reducida a un mero “comprar” en un “lineal” meditadamente financiado y dispuesto para las “nuevas” necesidades derivadas de la acogida de “claims” que se han arrojado sobre una “opinión pública” debidamente adiestrada.
Si el balance de éste sistema es un resultado de beneficio neto para los “consumidores” el mejor de los mundos posibles y la cuadratura del círculo liberal clásico es una realidad “antropológica”.
(dicho sea de antemano, es manifiesta la carencia de esta ciencia en cualquier tratado de economía exceptuando algunos socialistas)